LA PALABRA DE DIOS, LA BIBLIA, ¡SÍ TIENE PODER PARA TRANSFORMARTE!
La historia del motín de la Bounty se ha contado en numerosas ocasiones, pero merece la pena recordar que toda la historia proporciona un maravilloso testimonio del poder transformador del Evangelio.
En 1787 el capitán Bligh había zarpado de Haití, una isla paradisíaca del Pacífico, y navegaba de vuelta a Inglaterra con su tripulación. Pero una mañana se levantó para encontrarse con un motín. La tripulación tenía pocas cosas que añorar en Inglaterra y estaban seducidos por el pecado y la ociosidad de las islas del Pacífico. Los oficiales fueron abandonados en un pequeño bote, mientras que el resto de la tripulación, bajo el mando de Fletcher Christian, volvieron a Haití. Allí convencieron a algunas mujeres para que les siguieran. Abandonaron la isla de nuevo. No tenían nada planeado, pero finalmente llegaron a la desconocida isla de Pitcairn. La isla parecía otro paraíso terrenal. Se llevaron todo lo que pudieron del barco y lo incendiaron y hundieron, para que ningún otro barco los avistara. Después liberaron todas sus pasiones. Eran libres de hacer lo que quisieran. Pero, por supuesto, debido a que el corazón humano es pecaminoso, se convirtió en un verdadero infierno de diez años. Empezaron a destilar alcohol a partir de las plantas autóctonas. Los hombres se pasaban días, hasta semanas, completamente borrachos. Pronto se produjeron peleas y asesinatos. Su comportamiento degeneró en el de animales. Uno de los hombres se tiró por un acantilado. La impiedad reinaba.
Al final sólo quedaban dos de los amotinados. Uno de ellos se llamaba Edward Young y el otro Alexander Smith. Alexander Smith era bastante mayor y acabó enfermando. Pero ambos persistieron tanto en su tenaz conducta que una noche las mujeres y los niños se apoderaron de las armas y se atrincheraron en una parte de la isla. No querían saber más de aquellos hombres.
Un día, Young encontró la Biblia de la antigua Bounty. Smith no sabía leer y, extrañamente, en sus momentos de sobriedad Young empezó a enseñarle a leer con la Biblia. Empezaron a aprender, leyendo la Biblia a partir de Génesis. Vieron que Dios es santo y que ellos eran pecadores. Se sintieron cautivados. La lectura de la Biblia empezó a afectarles. Comprendieron que sus vidas eran una ofensa para Dios y empezaron a cambiar. Les llevó tiempo leer. Los niños de la isla fueron los primeros en notar el cambio. No mucho tiempo después, Young murió. Pero Smith siguió leyendo (por entonces ya había aprendido a leer por sí mismo), y llegó al Nuevo Testamento. Al leer sobre Jesús, le ocurrió algo muy significativo. Esto es lo que escribió sobre la experiencia: “Había estado esforzándome como un topo durante años, y de pronto fue como si se abrieran las puertas de par en par, y vi la luz; encontré a Dios, y la carga de mi pecado me abandonó y hallé una nueva vida”.
Desde ese momento, todo cambió en la isla de Pitcairn. Smith empezó a leer las Escrituras a las mujeres y los niños. Es interesante cómo dieciocho años después del motín inicial (1805), un barco de Boston pasó por Pitcairn. El capitán bajó a tierra. Allí encontró a una comunidad de personas piadosas. Entre ellos había una paz y un amor que el capitán nunca jamás había visto. Cuando volvió a Boston, informó que en todos sus viajes nunca se había cruzado con personas tan buenas y generosas.
¡Funcionó! La gracia de Dios les había educado. Los había redimido de iniquidad y los había convertido en un pueblo celoso de buenas obras. La verdad había llevado a la piedad. Lo que el Evangelio hizo allí, por medio de la gracia de Dios, puede suceder en cualquier sitio*.
Además de la anterior y hermosa historia, éste servidor suyo, también puede testificar y decir lo mismo, gracias a una Biblia que llegó a mis manos, por «casualidad», sin un maestro humano físico que me instruyera, pude ser transformado de un vil pecador que iba rumbo al justo juicio de Dios, y merecido castigo en el infierno, muy convencido de que iba por el buen camino al cielo, pero El señor de La Biblia, a través de La Biblia, me convirtió en un cautivo de su Amor, su Reino y su Justicia. Es pro ello que no quiero hacer otra cosa que llevar a las personas que más pueda a dicho y maravillo Libro, La Palabra de Dios. omepmd.
*John Benton, Cómo enderezar una iglesia centrada en sí misma, trans. David Cánovas Williams, Primera edición. (Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino, 2000), 126–128.