«A un lugar desierto apartado,» (Mateo 14:13.)
«En una pausa no hay música, pero la música se produce con ella.» En la melodía de toda nuestra vida, la música se interrumpe aqui y allá por las «pausas,» y pensamos tontamente que hemos llegado al fin de la melodía. Dios nos envía un tiempo de desocupación forzosa, una enfermedad, la frustración de ciertos planes, o la anulación de esfuerzos y hace una pausa repentina en el himno coral de nuestras vidas.
Nosotros lamentamos el silencio de nuestras voces y la falta de nuestra intervención en la música que se eleva al oído del Creador.
¿Cómo lée el músico la «pausa»? Mírale mover el compás con un cálculo invariable, y pasar a la nota próxima con tal precisión y firmeza como si no hubiese habido interrupción alguna. Dios no escribe sin un propósito la música de nuestras vidas. El nuestro, debe ser el aprender la melodía y no desmayar en las «pausas.» Ellas no existen para ser pasadas ligeramente por alto, ni ser omitidas, ni para destruir la melodía ni cambiar la nota tónica. Si elevamos nuestra mirada, el mismo Dios moverá el compás para nosotros. Con la mirada puesta en El podremos pasar a la próxima nota de una manera clara y plena.
Sí nos decimos con tristeza, «No hay música en una pausa,» no olvidemos «que con ella se produce.» El hacer música es un proceso lento y penoso en esta vida.
Con cuánta paciencia obra Dios para enseñarnos! Cuánto tiempo espera El para que aprendamos la lección -Ruskin.
«Dejo el mundo y voy con Cristo
Su amor me bastará,
Todo pasa en este siglo
Solo Cristo durará.
El es solo luz y paz;
Sin su amparo y sin su fuerza
Para nada soy capaz.
Dejo el mundo y voy con Cristo,
Su hermosura para ver
Brille en mi su luz divina
Como Cristo quiero ser.
En su muerte fÜI.ré ..
Hasta que en su suma gloria
Coronado le veré.»