EN TIEMPOS DIFICILES, COMPRENDE QUE DIOS ESTA ACTUANDO EN TI.
«Mejor es la Tristeza que la risa; porque con la triste·
za del rostro se enmendará el corazón.»
(Eclesiastés 7 :3.)
Cuando la aflicción nos visita bajo el poder de la gracia Divina, obra en nuestras vidas un servicio magnífico. La aflicción revela profundidades desconocidas que existen en el alma y aptitudes desconocidas de experiencia y servicio. Las personas alegres y frívolas siempre son superficiales y nunca sospechan la diminuta mezquindad de su naturaleza. La aflicción es el arado con que Dios remueve y labra las profundidades del alma para que produzca una cosecha más abundante. Si jamás hubiésemos caído o si estuviésemos en un estado glorificado, entonces la fuerza poderosa del gozo Divino sería el poder moral que abriría todas las aptitudes de nuestra alma; pero en un mundo pecador, la aflicción juntamente con la desesperación, es el poder escogido para revelarnos nosotros, a nosotros
mismos. e aquí que la aflicción nos hace pensar mucho, y con mucha profundidad y seriedad.
La aflicción nos hace que marchemos más despacio y juiciosamente, y examina nuestras tendencias e inclinaciones. Es la aflicción la que abre en nuestro interior las aptitudes para la vida celestial y la que nos dispone a lanzar nuestras aptitudes en un mar de servicio sin límites para Dios y para los que nos rodean.
Podemos imaginar a una cierta clase de personas descuidadas, que viven en una gran extensión de terreno al pie de una montaña y que nunca se atrevieron a explorar los valles y cañadas de la otra parte de la montaña; y un día una tormenta atronadora les aparece y convierte los valles ocultos en trompetas resonantes, y les revela los escondrijos interiores del valle, lo mismo que las enroscaduras de una grandisima corteza. Entonces dichos habitantes se sorprenderán de los laberintos y los valles sin explorar que hay en una región tan cercana a la suya y que les es poco conocida.
Así sucede también con muchas almas descuidadas que viven en el borde exterior, por así decir, de su naturaleza, hasta que una grandísima tormenta de aflicción les revela profundidades ocultas interiores, que hasta entonces no sabían que existían.
Dios nunca utiliza a una persona en gran escala, hasta que no ha destrozado primero su yo por completo. José fue más afligido que todos los otros hijos de Jacob y ello le condujo a un ministerio de pan para todas las naciones. Por esta razón dijo el Espíritu Santo acerca de él: «Ramo fructífero José … cuyas ramas se extienden sobre un muro.» (Génesis 49:22). El ensanchar el alma cuesta bastante aflicción.-La Vida Celestial.
Cada persona y cada nación debe recibir lecciones en la escuela de la adversidad de Dios. «Podernos decir, ‘Bendita es la noche porque nos revela las estrellas.’ De la misma manera podemos decir, ‘Bendita la aflicción, porque revela el consuelo de Dios.’ Las inundaciones se llevaron la casa, el molino y todo lo que un pobre hombre tenía en el mundo. Cuando las aguas se calmaron, el hombre estaba descorazonado y sin aliento en el lugar donde sufrió ésta pérdida, cuando vió que por las orillas brillaba algo que las aguas habían descubierto. Desde lejos parecía oro. Se acercó a ello, y era oro en verdad. La inundación que le había empobrecido, lo enriqueció. Así sucede muy a menudo en la vida.-H. C. TrumbuU.
Tomado de Manantiales en el desierto por: L. B. Cowman