¡CUIDADO CON LO QUE LE DICES AL SEÑOR EN TU EUFORIA DEL CULTO!

Una Voz de lo Alto Logo 2014Porque vuestra lealtad es como nube matinal, y como el rocío, que temprano desaparece… Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos. Oseas 6.4, 6 (LBLA)

Cuando leo este pasaje me siento un poco avergonzado al pensar en muchas de nuestras reuniones dentro de iglesia. En ellas, cantamos y declaramos una y otra vez nuestro profundo amor por el Señor. Frecuentemente estas proclamas van acompañadas de lágrimas y un quebranto «espiritual».

El día lunes, no obstante, nuestra vida sigue su mismo rumbo predecible y usual, sin que los de alrededor sospechen que el día anterior hemos ofrecido a nuestro Dios apasionados votos de compromiso y amor incondicional.
Por supuesto que no tiene nada de malo que expresemos en la congregación nuestro amor al Padre. ¡Gracias a Dios que se dan abundantes oportunidades en las que podemos reunirnos para declarar, junto al pueblo escogido, nuestra «lealtad» hacia el Señor! Este debe ser un elemento importante en la vida de todo discípulo de Cristo.
El problema, más bien, radica en que nuestra lealtad es, justamente, como la nube matinal. ¡Cuán gráfica es esta ilustración! La niebla matinal es espesa e impenetrable. Su presencia lo llena todo. Quien la contempla tiene la impresión de que nunca más volverá a disiparse, pues como un manto denso cubre todas las cosas y hasta parece sofocarlas. Ni bien asoma el sol, sin embargo, se comienza a evaporar. Al poco tiempo, no queda rastro alguno que delate su existencia durante la noche.
Lo que hace que desaparezca la niebla, es precisamente el calor del sol. De la misma manera, la lealtad, demuchos, muchas veces existe hasta que se presenta alguna dificultad. Cuando la vida comienza a presentarnos sus interminables complicaciones, y ofrecimientos delitosos a nuestros ojos, se evaporan los buenos sentimientos, las promesas, y los compromisos de amar por toda la eternidad. En su lugar queda la obsesión de encontrar la salida para la situación puntual que nos enfrenta, y muy facilmente cambiamos el tiempo que podíamos emplear en estudiar, buscar y adquirir más conocimiento de Dios, por aquello que solo alimenta nuestra carne; llámese tv, amistades, cine, polideportivo, citas, etc. No que ésto sea malo en sí, pero si es horrendo, cuando le quita el lugar a primacía de nuestras palabras ofrecidas el domingo anterior.
La verdadera lealtad, sin embargo, no puede ser comprobada sino HASTA que aparecen las dificultades, y la oportunidad de elegir entre lo espíritual y lo secular. Cualquiera de nosotros es capaz de proferir votos de compromiso para con Dios o con nuestros semejantes. Esa es la parte fácil. La parte difícil es mantenerse fiel a ellos cuando la vida nos invita a descartarlos. Es precisamente en este punto que la vida espiritual de muchos de nosotros se derrumba. Al igual que el pueblo de Israel en el desierto, la menor dificultad nos lleva a cuestionar con indignación las intenciones de nuestro Dios para con nuestras vidas. Y a la menor oferta de los deleites de éste siglo, nos olvidamos de las palabras proferidas en un momento de emosión en la congregación.

Para pensar:
¿Debemos, pues, dejar de cantar y proclamar nuestro amor por él? ¡De ninguna manera! Pero aún mejor que esto es tener como garantía de nuestras palabras una vida realmente devota a él, que no es el resultado de las emociones del momento ni de las palabras elocuentes de quienes dirigen la reunión. Al igual que a Israel, él nos dice: «¿sabes una cosa? Me encanta que me digas lo mucho que me quieres cuando estás con otros. Pero aún más que esto, me gusta que me lo sigas diciendo cuando estás solo, y la vida se pone dura. ¡Eso sí que llena mi corazón de gozo!» Y más aún cuando me lo demuestras con hechos, cuando tienes que decidir entre lo que te gusta y atrae a tí y lo que yo espero que decidas por bien de los «dos».

Tomado de:

Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.

Adaptado por: UVA (Una Voz de lo Alto)

WRITTEN BY: Oscar Mauricio Escobar Porras

“Soy un creyente nacido de nuevo el 25 de Febrero 1983. Trabajé como misionero entre los Wounaan en el Rio San Juan entre Chocó y Valle del Cauca, Colombia desde año 1989 hasta el 2012, cuando me fui a Chile, donde estuve apoyando en el pastorado a la Iglesia Bautista Bethel de Calama, Antofagasta, mientras encontraban un pastor de tiempo completo; también estuve como pastor obrero en la Cruzada Cristiana en el Bajo Calima, Buenaventura Colombia. Actualmente hemos decidido, después de orar al Señor, con mi esposa e hija, abandonar mi empleo secular, Isaías 26:13, como médico, e ir a instalarnos a una zona rural, a fin de iniciar unos estudios Bíblicos, con sus habitantes, con la grande esperanza que El Señor, conceda levantar una Iglesia que le adore en espíritu y en verdad, que le ame con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y todas sus fuerzas, abandonando toda la mundanalidad que hoy se ha infiltrado en muchas iglesias llamadas Cristianas; y estoy terminando mi Maestría en Estudios Bíblicos en el TMS en USA. He estudiado Diplomados en Teología y en Misiones Mundiales en el Seminario Reina Valera en USA; Consejería Familiar bajo el Club 700 de USA, y Misionología Transcultural en Crisalinco en alianza con el Instituto Lingüístico de Verano bajo el Lingüista y Traductor del N. T. a la lengua Wounmeau, Rond Brinder, en Bogotá, Colombia. Secularmente, también soy Técnico de Refrigeración y Calefacción, así como Técnico de Motores Fuera Borda y afines. Nuestro lema y ferviente deseo de nuestros corazones, "Que la Iglesia se vuelva a las sendas antiguas" no sea que el Señor nos discipline como lo hizo con Israel, en las ocasiones que se alejaron de su Palabra. Solicito en el amor de Cristo, sus fervientes oraciones, por los propósitos de éste esclavo del Señor, dentro de su voluntad.”

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